Ocho años sin ti…llenos de ti

Vuela, vuela alto, que no te detengan nuestros llantos. El cordón que nos une es infinito y eterno…

Estas fueron las primeras palabras que escribí para ti… el primer pensamiento que tuve en la noche más larga de mi vida… En aquella noche en la que tuve que volver a aprender a respirar, sin querer coger aliento y, sin comprender porqué yo sí y tú, no… MI hija, mi pequeña morena, ocho años…

Recuerdo el miedo… pensar que el paso del tiempo, ayudaría a la muerte, echando polvo sobre mis recuerdos, ¡lo temía tanto! Me lamentaba por no tener tu imagen sellada, inmortalizada en una fotografía, (ojalá la tuviera). Sufría pensando que algún día al cerrar los ojos no te vería con nitidez… Y ocho años después puedo decir: no hay polvo que pueda esconder ni uno solo de tus rizos.

Ya no tengo miedo al paso del tiempo, no me asusta. Ya sé lo fuerte, lo inmenso y grandioso que es nuestro AMOR. He aprendido a estar, sin ver ni tocar… a sentir, sin abrazar ni besar… a bailar juntas, gracias al viento…

Alma, hija mía, te siento cada día, te pienso ¡siempre! A veces duele y ahoga… pero, miro de frente al dolor y no dejo que me niegue sentir todo el amor que habita en mí corazón.

¿Qué es el amor? nada lo mata, nada lo vence… No conoce la distancia y se ríe del paso del tiempo… ¡es inmortal! Y es nuestro hogar, nuestra casa… Donde nada ha ocurrido, donde la muerte no ha conseguido separarnos, no nos ha vencido. En nuestro hogar nos amamos libremente.

Sé que habrá aún días de gritos desgarrados, de manos que buscan… de brazos perdidos… de besos escondidos ¡lo sé! y, también sé que ser tu madre es lo más hermoso y grande que he sentido y que sentiré ¡siempre!

Pilar Mena. Para mi hija, Alma.

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