Duelo Perinatal. Cuando muere un hijo…

Hoy hace 53 años que mi hermano, David, mi hermano mayor, no sobrevivió al parto.

Recuerdo la cajita en la que mi madre guarda parte de su historia. Recuerdo el ritual, lleno de amor, con el que mi madre nos hacía participes a mí y a mis hermanas; ese momento de abrir aquella cajita y, en la intimidad de nuestro hogar compartíamos parte de sus recuerdos… No había foto, sin embargo, ella lo describía con tantos detalles que siempre he tenido la sensación de haberle visto con mis propios ojos. Mi padre también lo hacía, de otra manera pero, de igual forma nos trasladaba a ese instante en que su primer hijo nacía. Estoy segura de que todas nosotras, sus hermanas, tenemos clara la belleza de su cara, lo grande de su cuerpo y lo negro y rizado de su pelo… Un cabello que su sobrina, Alma, mi hija, heredó.

Recuerdo pensar, al mirar a mi madre, con mi mirada de niña pequeña, lo valiente que era su corazón, sin entender aún demasiado todo el dolor que ella, ellos sentían. Yo pensaba en lo terrible que sería para mí que cualquiera de mis hermanas no estuvieran a mi lado, amándolas como ya las amaba, Y entonces se me encogía el corazón y descubría lo amargo que era perder a un ser amado.

Recuerdo, el nudo en la garganta de mi madre cuando nos contaba porque él, David, no estaba con nosotras… La crueldad con la que el médico que la asistió la trató, durante el parto. Ella, una mujer joven de 23 años, pariendo sabiendo que su hijo del alma ya no respiraba después de 42 semanas de gestación y de sueños….los más hermosos de su vida, lo sé porque yo también los tuve con mi hija, Alma, los más bellos, los más intensos y hermosos.

Recuerdo que cuando mi hija murió, pensé, por un momento, que ya sí sabía la dimensión del dolor que mis padres habían sentido al perder a mi hermano. Y también lloré por ellos, por los tres, por su historia, por su amor.

Cuando tengo miedo del paso del tiempo, de lo que puede hacer el paso del tiempo con mi hija, pienso en mis padres y mi hermano y respiro aliviada. Porque 53 años después , David, sigue siendo mi hermano mayor. Y aunque por ley no puede estar junto a nosotras en el libro de familia, mi padre compró un precioso libro de familia y nada más abrirlo aparece el nombre de David.

Mamá, papá, admiro vuestra fuerza y doy gracias a vuestra capacidad de haber sabido compartir con nosotros, vuestros hijos, todo ese amor que sentís por mi hermano. Gracias por ser capaz de traernos un poquito de él a nuestra vida, aún a pesar del dolor que supone para vosotros.

Hoy sé que mi hija, sin duda, es una estrella que no brilla sola porque su tío está con ella.

El amor de mis padres por su hijo, lo ha hecho inmortal, eterno.

Pilar Mena

Mi Bella Durmiente.

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