Duelo Perinatal. Cuando no te das ni cuenta…

Ya me atrevo a escuchar música en la cocina…no toda claro, esa no. La que acompañó nuestros días, no…Ni si quiera soy capaz de escuchar en mi cabeza unos compases…me ahogo. Me ahoga la felicidad que esconden…porque fuimos inmensamente felices. Me recuerdo bailando contigo, abarcando con mis manos toda la barriga y meciéndote al compás de la música…¡¡Morena Mía…!! Imaginando el día que te pudiese tener en mis brazos.  Miles de canciones soñé bailar y cantar contigo en esa misma cocina al pasar de los años…Cantaba sintiendo todo un remolino de emociones llenos de amor y sueños…sueños.

Pero ya no eras un sueño. Estabas aquí ¡dentro de mí! Y, fuera también. Por eso bailaba llena de felicidad, una alegría difícil de etiquetar, ¡tan inmensa!

Hoy ya puedo volver a oír música en la cocina…gracias a Lucas…Es con él con quien canto y bailo, mientras trato de cocinar o fregar y hacerle reír. ¡¡Funciona!!

Pero el otro día, yo estaba sola en la cocina.. sola. Y te sientes normal. Crees que eres tú, la de siempre y que simplemente vas a escuchar música mientras preparas las croquetas. Y por unos segundos es así. Tus manos trabajan con cariño, escuchas las primeras notas y canturreas por encima…Pero algo empieza a hacer que respires con dificultad y observas tus manos, las ves y.… ¡lloras por ellas! Mientras suena fuerte la letra de la canción, ¡parece escrita para ti!… Y ¡no te lo crees! Parece imposible que esas sean mis manos y que esa sea su historia, la de tu muerte en mi vida. ¡¡¿Nos ha pasado a nosotras, hija?!!  ¡¡No puede ser cierto!!

Miro mis manos entre las cosquillas que me producen las lágrimas y no me lo puedo creer que sujeten tanto dolor, mientras trato de hacer las croquetas. Sin entender aún que es lo que me pasa.

… Lo que pasa es que mi cuerpo entero te busca, ¡enterito te busca a ti! Necesita verte y oírte; necesita saber cómo estás y si necesitas algo, un abrazo, consuelo…  que te cuente un cuento. ¡Lo necesita! Se pregunta si sabrás cuanto te quiero, y te echo de menos. No es mi mente, ni siquiera es mi corazón, es el cuerpo entero el que reclama tocar, mirar, besar… ¡abrazar! Ya no puede contener más las ganas de estar con quién tanto le hace sentir…le quiere entregar todo el amor que tiene en su corazón.

 ¡Cómo puede haber tanta agua en mis ojos!

Te hablo con la letra de la canción… “déjame esta noche soñar contigo…tus labios sobre los míos…déjame presumir un poquito de ti…” Me ahogo en mi dolor a la vez que libero tanto sentimiento tan hermoso y grandioso como eres tú hija mía.

No es posible soportar tanto amor sin poder tocar….

El otro día leí algo escrito por científicos sobre como estimular el cerebro de los bebés. Y me encuentro con unas líneas que me llenan de alegría:  “La estimulación comienza desde que están en ¡la barriga!. Aunque les parezca extraño, tienen que cantar, mover, tocar y hablar con sus bebés. Jugar con ellos a través de la piel, les hace sentir y les encanta jugar a las escondidas con sus papás.”

Hija, tener la certeza de saber que tú nos has sentido de la misma manera que nosotros a ti. Leer que mi manera instintiva de vivir nuestro momento juntas durante el embarazo no era una locura ni una tontería…que sí que existía una gran conexión entre nosotras, (y tu padre también). Es tan hermoso, que alguien haya escrito que nos hemos amado y lo hemos vivido.

Me hace feliz saber que sí sentiste nuestros bailes y juegos. Que mis caricias eran buenas para ti y mis palabras te llegaban y confortaban. ¡Siento tanto no haberte podido abrazar que saber que sí sentías mis manos alrededor de todo tu bello cuerpo me da aliento…

Me entran ganas de llevar el articulo al señor de la bata blanca que juega a entender las emociones. Para que aprenda y no haga daño con su ignorancia a más papás como nosotros.

Pilar Mena.

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