Imagina: un psiquiatra dice a una madre de brazos caídos, en duelo por la muerte de su hija: » ya te olvidarás, todo lo malo se olvida y habrá días en lo que ni te acordarás» ¡¡¡¡!!!!
¿Se lo dice para darle ánimo, consuelo… esperanza? ¡Cómo es posible! ¿Qué, madre o padre, quiere olvidar a su hijo? ¿Quién puede pensar que eso podría ser un consuelo? Yo aún me asusto de pensar que puedo llegar a olvidar algo de mi hija, su cara, su olor, la suavidad de su piel, los momentos que hemos vivido juntas y todo lo que me hizo sentir…
Los primeros meses de mi duelo tenía miedo del paso del tiempo, de que mis recuerdos se borrasen o distorsionasen… de que el dolor inhibiera todo lo demás y no me dejara estar cerca de lo más hermoso que jamás había sentido ni vivido; que la muerte me lo arrebatara ¡todo! me quitase ¡todo! lo poco que tenía de ella.
¡Me cabrea tanto! que un profesional diga algo tan penoso… tan sin sentido alguno. Sé que a la madre que se lo ha dicho, no le ha hecho tambalear sus pilares, ni dejar de seguir su instinto; tratar de aprender a vivir sin su pequeña pero llena de ella, de su amor y de su recuerdo, manteniendo vivo el vínculo de madre-hija en su presente.
Pero estas clases de afirmaciones pueden hacer mucho daño, pueden causar un dolor lleno de amargura.
Pilar Mena.
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