Duelo Perinatal. Reflexión, sobre Violencia obstétrica

Hoy viendo la televisión, me he encontrado con un programa que abordaba el tema de Violencia Obstétrica en el programa: Todo es mentira, de la Cuatro.

Tengo que confesar que se me ha acelerado el pulso y, he notado en pocos segundos, escuchando los testimonios, un estado de nervios que me ha hecho cambiar de canal. Me he levando y me he vuelto a sentar , respirando calma, he vuelto a poner el programa.

Me alegra tanto ver que en los medios se da cobertura, (no toda la necesaria) a temas que parecen exclusivamente para mujeres y que estas, solo pueden vivir en la intimidad de sus hogares y en silencio, si es posible, para no incomodar al resto de sociedad que vive su embarazo o parto sin problemas a destacar.

Veo que la importancia de la palabra puede crear en sí otro debate. Entiendo que para los profesionales sanitarios, escuchar el termino: Violencia Obstétrica, al lado de Violencia de Género, les cause malestar. Lo entiendo de verdad, sobre todo, que les ofenda a aquellos que entienden la importancia de humanizar el acontecimiento más importante de las madres y, padres, también, y los hijos.

Creo que el problema base está en la falta de información que tenemos, en general, de lo que supone quedarse embarazada. Cuando decidimos tener un hijo, nada sabemos sobre los posibles riesgos que tenemos durante el embarazo y el parto. Es más cuando tienes tu primer hijo y comienzan los controles, vas escuchando algunos términos que desconoces por completo y hasta da vergüenza preguntar qué significan muchos de ellos.

Trato de comprender porque tenemos tanta ignorancia como mujeres sobre parir. Me refiero también de forma «popular». Quiero decir de madres a hijas, abuelas… El silencio que envuelve el dolor de un embarazo no favorable o, de un parto con complicaciones, sobre todo si estos no tienen un final feliz, es tremendo.

Quiero creer que este silencio trata de evitar el miedo. El miedo a dar el paso. El miedo a las demás futuras madres que felices proclaman sus embarazos. Son meses de cambios físicos y mentales. De emociones que nos desbordan y nos sacuden con mucha fuerza dejándonos bastante vulnerables. Y el silencio, de las que saben la dimensión del dolor cuando algo va mal durante el proceso, es por un lado comprensible y por otro lado equivocado.

Pero es que se supone que todas sabemos parir, es lo natural, ¡claro! y si algo no sale bien, es «culpa» de alguna manera nuestra. Porque lo natural es que mi cuerpo de forma instintiva sepa hacerlo todo perfectamente, para eso estoy preparada. Olvidando que lo «natural» también es el hogar de lo que sale mal. Forma parte de la vida.

Nos callamos, no queremos ser la sombra de un momento tan feliz, solo esperamos que a nadie más le pase lo que te ha pasado a ti: la que calla, la que suspira, por dentro, ahogando un llanto amargo que ya vive con nosotras.

Y cuando el silencio es por parte de los profesionales sanitarios, creo que es exactamente por lo mismo… por evitar el estrés del miedo. Que ya por si nos acompaña durante el embarazo y el parto de forma natural. Porque nuestro subconsciente, sí sabe, sí entiende el riesgo y se manifiesta continuamente, de diferentes maneras durante el mismo. Aún recuerdo las pesadillas del primer trimestre de embarazo. Creo que por eso los profesionales sanitarios, deciden ir dando información en cada caso de forma diferente… Por evitar un exceso de miedo. Y cuando actúan de forma urgente ya no hay tiempo de explicaciones y entonces nada de lo que ocurre para nosotras es «natural»

De ahí que muchas mujeres puedan sentir que algunos procedimientos les agreden. Y sientan que han sido victimas de violencia. Y no me refiero en los casos donde las formas y el leguaje es totalmente inapropiado y vejatorio. Esos casos los contemplo como excepcionales y apoyo y animo a todas y, a todos, a denunciar cuando es así. La mala suerte de dar con el profesional equivocado, porque como persona no está a la altura de las circunstancias. Mi madre, fue hace ya 53 años, victima de un profesional sanitario que no supo estar a la altura de su dolor ante la muerte de mi hermano durante el parto… mi abuela… y, yo misma, he podido ver la diferencia de un profesional con empatía a otro, que esconde la cabeza. En mi caso, no lo puedo llamar violencia Obstétrica, pero sí falta de humanidad y profesionalidad.

No excuso, en ningún caso, al profesional que hace sentir a una mujer que su voz no es importante, ni tampoco justifico a aquél que se comporta de una manera poco ética. En esta reflexión, trato de comprender las consecuencias que tiene nuestro propio silencio sobre los riesgos de un embarazo y un parto. En general, quiero creer que mi silencio es beneficioso para muchas futuras madres, aunque de alguna manera la información debe acompañar nuestro proceso, sin causar tanto miedo… pero desconozco cómo…

Pilar Mena

mibelladurmiente.com

https://www.change.org/DereChODuelo-DereChoIDENTIDAD

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